Presentarse
a alguien ajeno a nuestra vida se vuelve toda una actuación, mucho más cuando
existe un interés. Vendemos una imagen, sofisticamos nuestro performance tan “desprevenido” y “espontaneo” con lo mejor que se tiene en el repertorio. Una
sonrisa perfecta y medida desde las comisuras, un apretón de manos bien
pensado, un tono de voz calculado en la entonación de cada palabra, el contacto
visual, en fin…
Cartagena
de Indias, una ciudad que se muestra al mundo, o más bien que es vendida al
mundo, es un buen ejemplo de ello, de lo “histriónico” que se pude
llegar a ser. Si, de mi ciudad quiero hablar.
No
es precisamente de la imagen que proyecta Cartagena lo que quiero discutir
en concreto, pero sí es un buen punto para empezar a abordar lo que quiero
expresar: ¡Cartagena para los cartageneros!
Cartagena
la turística, la heroica, la cultural, la de los grandes eventos, la amurallada
la que todo el mundo quiere visitar. Es allí, donde la ciudad empieza a actuar.
Ofreciéndose, vendiéndose al
mejor postor con lo mejor de
su repertorio, con la sonrisa de la reina o de la mulata, con el apretón de
manos del gobernante de turno y con su inmenso patrimonio histórico.
Cuantas
veces he visto como se privatizan los espacios públicos a los que todos los
cartageneros tenemos derecho, ocasionándonos grandes molestias: Que los premios
de TV, que el concierto de fulano, que los desfiles del reinado. El centro
histórico se ha convertido poco a poco en un espacio para todos, pero de nuestras puertas hacia afuera.
Y
Cartagena se sigue vendiendo. El auge de la inversión y la construcción se ha
visto reflejado claramente en la ciudad. En el centro vemos nuevos hoteles que han abierto sus puertas a los
turistas; espacios que antes eran propiedad de algunos cartageneros. Asimismo,
encontramos establecimientos que libremente expanden sus límites a las aceras y
plazas, pero Cartagena
necesita venderse, mostrarse como el más acogedor de los destinos.
Presentarse
con toda la parafernalia de los mejores hoteles y restaurantes en un centro
amurallado que cada día lo siento menos de nosotros. Poco a poco lo veo
convertirse como en un gran parque
temático en donde se rinde
pleitesía al de mayor poder adquisitivo.
Los
nuevos proyectos urbanísticos son en su gran mayoría para las clases altas del
país; y ¿qué pasa con la gran mayoría de los cartageneros?
Una
ciudad que es elitista vende su “fisionomía”, sus calles y
plazas para los eventos a los que pocos cartageneros podrán algún día asistir;
construye casas para los que sólo vendrán en temporadas a veranear y se
paraliza y se maquilla cuando algún ilustre llega invitado o tocando las
puertas, cuando ya las tiene más que abiertas.
Cartagena
no es sólo el centro histórico y ni el distrito turístico. La heroica comprende
desde su recién urbanizada zona norte hasta “más allá” del barrio el Pozón y
sus circunvecinos. Es por esto que digo: ¡Cartagena para los cartageneros!
Construyamos ciudad para nosotros mismos también.
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JAHIR CURREA LOZANO
Comunicador social, egresado de la Universidad de Cartagena, Colombia. Amante de las letras y la fotografía.
Cuento lo que quiero contar, sin límite de caracteres y a todo color.
Cuento lo que quiero contar, sin límite de caracteres y a todo color.